
"Es, pues, desde el amar que surge en nosotros la preocupación ética y no es la razón lo que le da origen." Humberto Maturana
No hay revolución posible sin amor. Y eso sin siquiera discutir si ésta habrá de darse primero a nivel individual, en las conciencias, o si son necesarias determinadas situaciones objetivas en una sociedad dada. Cuestión importante, que no viene al caso.
No hay revolución posible sin amor, y que los hijos de puta que pretenden enterrar el recuerdo de los '60 no te convenzan de lo contrario. No se busca cambiar la sociedad porque se es parte de una disputa intelectual contra los presupuestos filosóficos o políticos del capitalismo o la democracia liberal. Se busca cambiarla porque el sufrimiento de los sometidos y de los excluidos es injustificable, porque somos uno, porque lo que le pasa a mi hermano también me pasa a mí. Porque la bota del poder puede no estar apretando mi cuello por ahora, pero su sombra es lo suficientemente grande como para saber que no hay hacia dónde correr.
No hay revolución posible sin amor. Valga esta fecha para recordarlo, preocupaciones comerciales que se han interesado en instituirla aparte.