lunes, 10 de agosto de 2009

Con el mayor de los respetos


La cosa es, señora, señor, y no pretendo importunarlos con esto, señora, señor, que hace ya demasiado tiempo que estamos aguantando toda esta miseria, toda esta basura que nos quieren hacer tragar desde sus diarios, desde su televisión, desde su música, desde sus palabras en los estrados y altares.
Así que ahora, señora, señor, le pediremos no se ofenda, y tal vez justamente por eso el respeto, señora, señor, en este, el momento en que le decimos que ya no más, y que cierta forma de entender al mundo llegó a su fin, y que ahora nos toca a nosotros, y que es hora de redimir el sufrimiento de todas las generaciones pasadas.
Aquí. Ahora.
Y usted se ríe, señora, señor, pero no pasará mucho tiempo antes de que estas, mis palabras, dejen de ser otra nota al pie a la historia oficial, y la luz de sus bibliotecas ardiendo nos sirva para dar calor a todos los vencidos, los humillados, los que se mueren de frío en su puerta.
Llegará un tiempo, señora, señor, en que lamentará haber sonreído ahora, cuando aún estaba a tiempo.
Que tenga dulces y burgueses sueños.
Ah si, casi lo olvido. Señora, señor.

jueves, 7 de mayo de 2009

A propósito de Simone Weil y la revolución


En "Memorias de una joven formal", de Simone de Beauvoir.

“Me intrigaba a causa de su gran fama de inteligencia y por su extraña vestimenta; deambulaba por los corredores de la Sorbona, escoltada por un grupo de ex alumnos de Alain; llevaba siempre en un bolsillo de su chaqueta un número de Libres propos y en otro un número de L’Humanité. Una gran hambre acababa de asolar a China y me habían contado que al enterarse de esta noticia se había echado a llorar: esas lágrimas forzaron mi respeto aun más que sus dones filosóficos. Yo envidiaba un corazón capaz de latir a través del universo entero. Un día logré acercarme a ella. Ya no sé cómo se inició la conversación; declaró en tono cortante que una sola cosa contaba hoy sobre la tierra: la Revolución que daría de comer a todo el mundo. Respondí de manera no menos perentoria que el problema no era hacer la felicidad de los hombres, sino encontrar un sentido a su existencia. Me miró de hito en hito: ‘Se ve que usted nunca ha tenido hambre’, dijo. Nuestras relaciones se detuvieron ahí. Comprendí que me había catalogado: ‘Una burguesita espiritualista’.”

martes, 24 de marzo de 2009

24 de Marzo



Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.

sábado, 14 de febrero de 2009

14 de Febrero


"Es, pues, desde el amar que surge en nosotros la preocupación ética y no es la razón lo que le da origen." Humberto Maturana

No hay revolución posible sin amor. Y eso sin siquiera discutir si ésta habrá de darse primero a nivel individual, en las conciencias, o si son necesarias determinadas situaciones objetivas en una sociedad dada. Cuestión importante, que no viene al caso.

No hay revolución posible sin amor, y que los hijos de puta que pretenden enterrar el recuerdo de los '60 no te convenzan de lo contrario. No se busca cambiar la sociedad porque se es parte de una disputa intelectual contra los presupuestos filosóficos o políticos del capitalismo o la democracia liberal. Se busca cambiarla porque el sufrimiento de los sometidos y de los excluidos es injustificable, porque somos uno, porque lo que le pasa a mi hermano también me pasa a mí. Porque la bota del poder puede no estar apretando mi cuello por ahora, pero su sombra es lo suficientemente grande como para saber que no hay hacia dónde correr.

No hay revolución posible sin amor. Valga esta fecha para recordarlo, preocupaciones comerciales que se han interesado en instituirla aparte.


lunes, 26 de enero de 2009

Tics De La Revolución


Yo sé que no puedo darte
algo más que un par de promesas, no!
Tics de la revolución
implacable rocanroll
y un par de sienes ardientes
que son todo el tesoro.

Say No More.

domingo, 25 de enero de 2009

Comienzo


Por enésima vez en mi vida, compartí el ascensor con un desconocido (desconocida en este caso, mujer de más de 50 años) que para matizar la incomodidad de una cercanía forzosa comenzó a hablarme sobre el clima.
Sí, ya sé que hace calor.
No, no he escuchado que vaya a llover en estos días.
Sí, cuando uno sale temprano de mañana tiene que ir abrigado, y cuando vuelve al mediodía o a la tarde no sabe qué hacer con la campera.

Siguiendo en el terreno climatológico, y aprovechando la metáfora de Marx en "El 18 Brumario", podemos decir que una idea llegó a mí "como un rayo en cielo sereno".
Voy a comenzar a hablar de La Revolución -lo que yo entienda por dicho término es lo de menos- con cada persona que me cruce en el ascensor.
La mayoría preferirá ignorarme, unos pocos me agredirán, los menos intentarán refutar cualquier cosa que diga.
Pero si podemos llegar aunque más no fuera a una persona...